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Admítase: el país anda mal


No pocas personas he encontrado, cuando digo que este país anda mal, que me tildan de pesimista y otras tantas que consideran que esa es mi apreciación personal.

Creo, sencillamente, que la realidad que vivimos día a día nos demuestra que no hay pesimismo ni es simple apreciación la afirmación que sirve de título a esta columna de hoy.

Un país en el que un piloto cae y en vez de recibir ayuda lo que hacen las personas es robarle sus pertenencias, es porque anda mal.

Un país cuyo Ministro de Educación es capaz de ubicar a Gregorio Luperón, la espada más alta de la guerra Restauradora, en la gesta independentista de 1844, es porque anda mal.

Un país en el que se mata por robar un teléfono celular, es porque anda mal.

Un país cuya Fiscalía del Distrito devuelve bienes mal habidos a un falsificador de medicinas, es porque anda mal.

Un país con una institución como AMET, que traslada toda una dotación porque aplicó la ley con la amante de un dirigente político peledeísta, es porque anda mal.

Un país en que personas sin licencia para conducir aparecen en AMET con cinco y más multas por violar la ley de tránsito, es porque anda mal.

Un país en el que cientos de personas conducen vehículos sin placa, robándose la luz roja de los semáforos, irrespetando las señales de una vía sin que autoridad alguna sea capaz de aplicar sanciones, es porque anda mal.

Un país en el que numerosos ciudadanos no pueden acceder a un trabajo honrado porque la justicia le tiene expedientes por faltas insignificantes, pero entrega un certificado de buena conducta a Sobeida Feliz, es porque anda mal.

Un país en el que no se dicen los nombres de los grandes evasores de impuestos, fomentando así la impunidad, es porque anda mal.

Un país donde públicamente se eliminan grandes cantidades de alcohol porque entró de contrabando y nunca se sabe quién o quiénes lo introdujeron, es porque anda mal.

Un país donde se dice que eliminan máquinas tragamonedas ilegales y sólo presentan las cajas vacías, es porque anda mal.

Un país en el que se denuncia diariamente la connivencia de muchos policías con los narcotraficantes de barrios marginados, es porque anda mal.

Un país en el que un narco como Figueroa Agosto anduvo impunemente por más de 10 años, provisto de identificaciones de organismos de seguridad, es porque anda mal.

Seamos sinceros, esto anda mal, muy mal. (Listín Diario)


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